El siguiente paso es cultivar una buena relación de trabajo.
• Dígale siempre la verdad y solo la
verdad. Facilítele a su médico un
historial ginecológico y obstétrico
minucioso y completo. Hágale saber
cualquier problema de alimentación
que haya tenido, así como sus
posibles hábitos alimentarios poco
saludables. Explíquele sobre
cualquier tipo de fármacos que esté
tomando o haya tomado recientemente
–ya sea por prescripción facultativa o
por automedicación (incluyendo la
medicación naturista), así como
cualquier sustancia legal o ilegal, ya
sea por tratamiento o por voluntad
propia, incluyendo el alcohol y el tabaco–, así como todo tipo de
enfermedades o intervenciones
recientes o pasadas. Recuerde que
todo lo que le explique a su médico
será confidencial y que nadie más lo
sabrá.
• Si, entre visita y visita, le surge alguna
duda o preocupación que no requiere
de una respuesta inmediata, tome nota
y consúltelo en la siguiente visita.
(Puede ser de gran ayuda anotarlo en
su móvil o bien en papelitos colgados
en lugares bien visibles –la puerta de
la nevera, el bolso, el escritorio o la
mesilla de noche– de forma que
siempre tenga estos espacios para
escribir bien a mano.) Así estará segura de no olvidarse de preguntar
todas sus dudas y exponer todos sus
síntomas (si no se lo apunta, es fácil
olvidarlo; como descubrirá bien
pronto, las embarazadas están
especialmente despistadas). En cada
visita, junto con su lista de preguntas,
lleve un lápiz y un bloc de notas (o
bien su móvil o su diario del
embarazo), para poder apuntar las
recomendaciones de su médico. Si su
médico no le facilita por iniciativa
propia toda la información que
necesita (efectos secundarios de los
tratamientos, número de días que ha
de tomar alguna medicación prescrita,
término en el que se tenga que
resolver algún problema), pregúnteselo antes de irse de la
consulta, para evitar que le surjan las
dudas al llegar a casa. A ser posible,
repase rápidamente con el médico las
notas que ha tomado para asegurarse
de que ha entendido correctamente lo
que el médico (o la comadrona) le ha
dicho.
• En caso de duda, llámele. ¿Algún
síntoma la atormenta? ¿Parece que
alguna medicación o tratamiento le
produce alguna reacción adversa?
Pues no pase la angustia sola. Coja el
teléfono y llame a su médico (o
escríbale un correo electrónico, si el
médico prefiere responder por esta
vía las consultas no urgentes). Aunque no quiera llamar o escribir un correo
cada vez que note algún pequeño
pinchazo, no dude en consultar las
dudas que no se pueden resolver en
los libros como éste, y que crea que
no pueden esperar hasta la próxima
visita para ser aclaradas. No tema que
sus preocupaciones parezcan
triviales; si la preocupan, es que no lo
son. Además, los médicos y las
comadronas ya prevén que las futuras
madres van a hacer muchas preguntas,
especialmente si son primerizas.
Cuando descuelgue el teléfono o se
prepare para escribir un correo,
intente ser muy específica con sus
síntomas. Si tiene dolor, precise la
zona, la duración, el tipo (¿es agudo, sordo o causa calambres?) y la
intensidad. A ser posible explique
qué es lo que mejora o empeora ese
dolor (cambiar de posición, por
ejemplo). Si tiene pérdidas vaginales
o flujo, describa el color (rojo
intenso, rojo oscuro, pardo, rosado,
amarillento), cuándo empezaron y si
son muy fuertes. Hágale saber también
los síntomas derivados de ello, como
por ejemplo la fiebre, las náuseas, los
vómitos, los temblores o la diarrea.
(Véase "Cuándo avisar al médico".)
• Manténgase al día. Lea las revistas
especializadas y las páginas web
sobre el embarazo que más le
interesen. Pero también deberá tener en cuenta que no se puede creer todo
lo que lea, especialmente porque los
medios de comunicación suelen
presentar avances médicos antes de
que estén probados mediante estudios
que demuestren ser seguros y
efectivos, o informan sobre
preocupantes advertencias sobre el
embarazo basadas en datos
preliminares aún por demostrar. Si
lee (u oye) alguna información nueva
sobre ginecología, consúltela con su
especialista –normalmente, su
principal fuente de información– para
comprobar lo que opina.
le ha dicho, no se quede con la duda.
Vuélvale a preguntar sobre el tema, y
no en un tono desafiante sino para
aclarar mejor las cosas.
• Si sospecha que su ginecólogo pueda
estar equivocado sobre algún tema
(por ejemplo, aceptando las
relaciones sexuales si tiene un
historial de cérvix incompetente),
dígaselo claramente. No puede
esperar que, ni siquiera con la ficha
médica en la mano, el médico
recuerde todos los detalles de su
historial médico particular. Como
colaboradora de su propia atención
sanitaria y como especialista que
conoce su cuerpo como la palma de la mano, ha de compartir la
responsabilidad de asegurarse de que
no se cometan errores.
• Pida explicaciones. Pregunte sobre los
posibles efectos secundarios de una
medicación prescrita y consulte si
existe alguna alternativa no
farmacológica para el tratamiento.
Asegúrese de saber a la perfección
por qué se le solicita cualquier
prueba, qué implica ésta, qué riesgos
comporta y cómo y cuándo sabrá los
resultados.
• Llévelo por escrito. Si cree que su
médico no tiene bastante tiempo para
responder a todas sus dudas y
preocupaciones, intente llevarlas por escrito en una lista. Si en el
transcurso de la visita no tiene
oportunidad de ver resueltas todas sus
dudas, pregúntele si le puede llamar
más tarde, escribirle un correo
electrónico o programar una visita
posterior con más calma.
• Siga las recomendaciones de su
médico sobre la programación de
visitas, el aumento de peso, el
descanso nocturno, el ejercicio, la
meditación, las vitaminas, etc., a no
ser que tenga una razón de peso que le
haga creer que no lo debería hacer o
no lo puede hacer (en tal caso,
coménteselo al médico de entrada, en
vez de actuar por su cuenta).
Recuerde que cuidar de sí misma es el
componente principal de entre todos
los cuidados prenatales. Así que
cuídese tanto como pueda, descanse
lo suficiente y haga ejercicio, coma
bien y evite el consumo de alcohol y
tabaco, así como de fármacos no
prescritos, tan pronto sospeche que
podría estar embarazada, o aún mejor,
tan pronto como se ponga a intentar
concebir.
• Si alguna cosa la angustia –ya sea tener
que esperar demasiado por sistema, o
no encontrar respuesta a sus
preguntas–, dígalo claramente, pero
sin ofender. Dejar que un problema se
agrave sin poner remedio puede ir en contra de la relación médico-
paciente.
• Las compañías de seguros suelen
actuar como mediadoras cuando surge
algún conflicto o queja en la relación
médico-paciente. Si tiene algún
problema con su médico que no puede
resolver hablando, contacte con su
mutua de salud para pedir ayuda.
Para que no se olvide
Dado que algunas veces querrá
escribir alguna cosa a partir de sus
lecturas, anotar algún síntoma para
comentarlo con su médico, apuntar el peso de esta semana para compararlo
con el de la siguiente, o apuntar todo
lo que se tenga que apuntar y así
recordar todo lo que se deba
recordar, haga un diario del embarazo
personal e incluya toda esta
información.
Si cree que no puede seguir las
instrucciones de su médico o poner en
práctica algún tipo de tratamiento
recomendado, puede que se deba a que
no esté en buena sintonía con el
profesional que ha elegido para que la
atienda a usted y a su hijo durante el
embarazo, el preparto y el parto. En tal
caso –o si, por cualquier otra razón, la
relación con su médico no acaba de funcionar–, valore la posibilidad de
cambiar de médico (partiendo de la base
de que sea económicamente factible y
que su mutua se lo permita).