Se hace las siguientes preguntas: ¿es
niño o niña? ¿Tendrá el pelo castaño o
rubio? ¿Los ojos marrones o azules?
¿Tendrá la boca de mamá y los hoyuelos
de papá? ¿La voz de papá y la facilidad
de mamá para los números (o al revés)?
Definitivamente, los bebés
mantienen a sus papás ocupados
adivinando (y haciendo apuestas
amistosas) mucho antes de su llegada, y
a veces antes de concebir. Pero la
cuestión que verdaderamente preocupa
más a los padres y de la que más hablan
es “¿Estará sano mi hijo?”.
Hasta hace muy poco, esta pregunta
sólo podía responderse después del
nacimiento. Hoy en día, la respuesta puede saberse ya durante el primer
trimestre del embarazo, mediante los
cribados prenatales y los tests
diagnósticos.
A la mayoría de las futuras mamás
se les hacen varios tests de cribado
durante sus primeras 40 semanas,
incluso a aquellas que tienen pocas
probabilidades de tener un bebé con un
defecto (por la edad, la buena nutrición
y unos cuidados prenatales excelentes).
Ello se debe a que tales tests de cribado
(desde los combinados e integrados
hasta las ecografías y el cribado
cuádruple) no suponen ningún riesgo ni
para la mamá ni para el bebé, y pueden
proporcionar mucha seguridad.
Sin embargo, ir un paso más allá,hacia los tests de diagnóstico definitivos
(el AVC, la amnio o unas ecografías más
detalladas), no está indicado para todo
el mundo. Muchos padres –
particularmente aquellos a los que los
tests de cribado les han salido
negativos– pueden continuar jugando al
juego de la espera, con la feliz
seguridad de que sus hijos tienen unas
posibilidades arrolladoras de estar
completamente sanos. Pero para
aquellos cuyas preocupaciones son algo
más que las dudas normales de todos los
futuros padres, los beneficios del
diagnóstico prenatal pueden compensar
con creces los riesgos. Las candidatas
para tales tests son entre otras:• Las mayores de 35 (aunque una mamá
mayor con unos resultados del
cribado tranquilizadores puede
decidir, tras consultar con su
facultativo, saltarse estas pruebas de
diagnóstico).
• Las que desde la concepción han
estado expuestas a una sustancia o
sustancias que ellas temen que podría
haber dañado a su bebé. (Hablar con
su médico puede ayudarla a decidir
qué diagnóstico prenatal se precisa en
ese caso en particular.)
• Las que tienen un historial familiar de
enfermedad genética y/o se ha visto
que son portadoras de una enfermedad
de este tipo.
• Las que tienen una alteración genética
ellas mismas (tales como la fibrosis
quística o una cardiopatía congénita).
• Las que han estado expuestas a una
infección (como la rubéola o la
toxoplasmosis) que pudiera causar un
defecto de nacimiento.
• Las que previamente han tenido
abortos, o han tenido bebés con
defectos congénitos.
• Las que han tenido un resultado
positivo en algún test de cribado
prenatal.
¿Por qué pasar por tests diagnósticos
si implican un cierto riesgo? La mejor justificación para el diagnóstico prenatal
es la tranquilidad que casi siempre nos
da. La gran mayoría de los bebés cuyas
mamás “posiblemente en peligro” se
someten a estas pruebas recibirán un
informe perfecto sobre su salud, lo que
significa que mamá y papá dejarán de
preocuparse y empezarán a disfrutar del
embarazo.